Techo

A nivel nacional, hacia junio del 2022 se registraron 5.687 barrios populares en todo el territorio. Mas de 5 millones de personas que viven en ellos. Si estarían todos juntos, harían la ciudad más grande del país. Santa Fe tiene un total de 408, ocupando el segundo puesto detrás de Buenos Aires. En Capitán Bermúdez hay cinco.

El mapa de los barrios populares en Argentina presenta un manchón azul entre Santa Fe y Buenos Aires, pero, al hacer zoom, los puntos azules se aglomeran uno sobre otro, hasta generar una franja, en el Gran Rosario: puntos azules amontonados para señalar que ahí vive gente amontonada, sin agua, sin luz, sin gas. Algunas veces, con algo de eso. Otras veces, con nada.

Si seguimos haciendo zoom sobre este mapa que es reflejo de la realidad de millones de familias de todo el país, vemos que en la ciudad de Capitán Bermúdez, al norte de Rosario, encontramos alrededor de cinco barrios populares. Uno de ellos, el más grande de todos, es Copello, nacido en la década del ‘60. Hoy está conformado por más de mil familias.

Como siempre, eso significa mucho más que sólo números que integran estadísticas. 

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Mientras me pasa el mate dulce, nos señala con un gesto los cerámicos que revisten el piso de su casa en la calle Bahía Blanca de barrio Copello. Daiana tiene treinta y un años, tres hijos, un par de perros, un televisor con una rajadura en el medio que transmite una imagen descolorida y difusa, y, hace unos meses, finalmente un techo. 

Casi toda su vida la vivió en el barrio. Primero integrando la casa de su tía, y luego, con el ingreso económico del Potenciar Trabajo, pudo acceder a un terreno, el mismo donde hasta hace unos meses atrás vivía bajo un par de chapas, en una casilla. “Lloré cuando llovió la primera vez y me di cuenta que mis hijos estaban secos” comenta mientras su hija dibuja sentada al lado de ella. “Las calles siguen inundándose, pero al menos acá adentro, estamos al resguardo”, reafirma. 

Algo tan naturalizado como el adentro que se distingue del afuera es algo que destaca, sin querer. Teniendo en cuenta que la mayoría de las veces, las familias de los barrios populares viven en condiciones de hacinamiento, poder contar con la privacidad que otorgan un par de puertas, o alcanzar una habitación propia, significa mucho más que para la otra parte de la población que nació en viviendas dignas. 

Y aún así, sigue destacando ese deseo de que el barrio también alcance un nivel de dignidad más alto. “Ahora mis hijos duermen secos y abrigados, pero igual, si llovió durante todo el día no pueden ir a la escuela, o son señalados por ser los pibes de las zapatillas embarradas”.

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El Registro Nacional de Barrios Populares (Re.Na.Bap) fue, para muchos y muchas vecinas de estos territorios, un logro enorme. Poder ser contabilizados, por algo más que el censo nacional que se hace cada diez años, los hizo sentir que estaban siendo tenidos en cuenta. A grandes rasgos, o más bien, en su fin más resaltable, este registro que se desprende de la Ley 27.453 para la integración sociourbana de los barrios populares, busca generar certificado de viviendas a esas familias. 

Un papel que evite desalojos, y que, en segunda instancia, sea válido para comenzar todo tipo de trámites que buscan garantizar el acceso a mejores condiciones de vida para el barrio y para las viviendas de cada individuo. 

Hace algunas semanas se cumplió un año del día que empezamos a realizar el Re.Na.Bap en los barrios de la ciudad. Copello, Batallan, Quinta y Ramon Carrillo. Fuimos con el objetivo de que cada vecino pueda llegar a tener ese certificado de vivienda, y también, poder contar cuántos y cuántas de nuestras vecinas están viviendo en situaciones problemáticas.

Durante los meses que duró el relevamiento nos hemos encontrado con diferentes realidades en cada uno de los barrios, con un denominador común: la falta de acceso a servicios públicos. En estas visitas hemos conocido muchísimos vecinos y vecinas que con mucha amabilidad nos contaban su realidad. Muchos de ellos vinieron desde Rosario esperando encontrar un lugar, un terreno donde poder progresar y se asentaron al costado de la vía como en barrio Batallan, en casas sin terminar como en Ramon Carrillo o en terrenos olvidados como en barrio Quinta.

Otro denominador que se repetía es la falta de trabajo digno: la mayoría vive de changas o trabajan de forma precarizada. Muchos de ellos sin saber leer, ni escribir, otro síntoma de la ruptura del tejido social que se ha profundizado en los últimos años.

Barrio Copello sin dudas el más grande y popular de la ciudad, con alrededor de 1000 familias. Es difícil llegar, las calles de tierra donde se forman “lagunas” como consecuencia de la lluvia hacen que sea casi imposible entrar y salir del barrio. La plaza fue cambiando su fachada a lo largo del tiempo, con chicos jugando a la pelota esquivando los charcos que se producen por una perdida del tanque de agua que alimenta a todo el barrio (y también a los mosquitos). Carros y caballos que los vecinos usan para salir a cartonear para poder llevar un plato de comida a su mesa.

Merenderos y comedores que se llenan de pibes y pibas para tomar la leche y también jugar, convirtiendo a estos lugares en espacios de contención para cientos de niños, niñas y jóvenes.

Atendiendo a una realidad de este tipo de territorios, donde la pobreza es feminizada, y donde la mayoría de las familias son sostenidas por mujeres, se realizó el lanzamiento del programa “Mi Pieza”, mediante el cual, mujeres mayores de 18 años que cuenten con dicho certificado de Vivienda Familiar, pueden inscribirse para concursar por una asistencia de entre $100.000 y $240.000 para mejoramiento y/o ampliación de vivienda.

Daiana y Florencia son dos de esas miles de mujeres que han salido beneficiadas. 

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“Fui juntando la platita para pagarle al albañil, y de a poco fuimos también desmalezando todo el terreno para construir y para que el patio esté más habitable. Ahora tenemos un quincho que usamos cuando hace mucho calor, y cuando por ahí viene gente a visitarnos o algo, pero antes, esas cuatro chapas que ves, era donde vivíamos todos”.

Florencia vive con su pareja y sus dos hijos. El televisor a volumen alto no interfiere en la charla. Ni la conversación interfiere en la ronda de mate. En esa casa que ahora pudo construirse y ampliar, Florencia transita sus treinta años. Desde que nació vive en el mismo barrio, por lo tanto, las historias de transformaciones son muchas pero ella destaca la propia: ahí en ese baldío levantaron el primer merendero del barrio. Festejaron los cumpleaños de los niños, compartieron navidades, repartieron el pan que era escaso. 

Hoy el merendero “Los pibes de barrio Copello” asiste a más de 500 personas todos los días. Tanto Florencia como Daiana siguen asistiendo en la elaboración de la comida diaria. Marita, madre de Florencia y tía de Daiana, es quien lo lleva adelante hace más de 7 años.

Pasamos por ahí antes de emprender la vuelta. Están juntando unas maderas porque en unos días comenzarán a dar un taller de carpintería para los pibes del barrio. Marita me da otro mate, más dulce aún que los dos anteriores, y nos dice: “¿Viste las casitas que se hicieron las chicas?, estoy tan feliz. Ellas también lo están. Es como ver el resultado de tanto esfuerzo“.

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En Santa Fe son un total de 408 los barrios populares. Ocupa el segundo puesto, luego de Buenos Aires. A nivel nacional, hacia junio del 2022 se registraron 5.687 barrios populares en todo el territorio. Mas de 5 millones de personas que viven en ellos. Si estarían todos juntos, harían la ciudad más grande del país. La superficie ocupada es tres veces el territorio de la ciudad de Buenos Aires. El 66% de estos barrios populares no tienen acceso regular a la energía eléctrica y el 90% no accede formalmente al agua potable. El 97% de ellos no tiene acceso a la red de desagüe cloacal y el 99% no tiene suministro de gas natural.

Actualmente, hay muchos barrios en nuestra región a la espera de ser urbanizados. A la espera de una firma que apruebe incorporar estos deseos a las acciones estatales, como realidad efectiva. ¿Qué es lo que esperamos del Estado cuando hablamos de integración socio urbana?. ¿Qué es lo que vemos detrás de esos números cuando los mencionamos?. 

Este registro es la punta del ovillo que hay que empezar a desenredar para poder llegar a urbanizar estos barrios. Experiencia de esto es el barrio camino muerto de la ciudad vecina de Granadero Baigorria, que esta en proceso de urbanización a través de la SISU y la UNR.

En 1920 el sociólogo Robert Park escribió: “La ciudad es uno de los inventos más consistentes y, en última instancia, de sus intentos más exitosos de rehacer el mundo que habita a partir de los deseos de su corazón. Pero si la ciudad es el mundo que el hombre creó es el mundo en el que de ahora en más está condenado a vivir. Al hacer la ciudad, el hombre se ha rehecho a sí mismo”. 

¿Qué ciudades hemos creado y cuáles queremos crear? Espero que coincidamos en que no queremos ser un sujeto creador de más ciudades en las que siga habiendo excluidos sin derecho al suelo, al espacio, a la comunidad. Sin derecho a un techo. 

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