Sé tu propio jefe: una reflexión sobre la manía de emprender

“Lo que es asombroso no es tanto que aceptemos la realidad actual de que debemos trabajar para vivir sino la complacencia de vivir para trabajar” Kathi Weeks

La vertiginosidad de los últimos treinta años ha modificado aspectos de nuestra vida cotidiana. Mensajes que se mandan a través de un click, dinero que circula de manera virtual a grandes velocidades, miles de productos que se compran y venden a través de plataformas digitales. Y la lista podría seguir extensamente. El trabajo como ordenador de nuestras vidas no queda exento de estas transformaciones, mutando así las características de los propios trabajadores de estos días.

Pretender detallar los factores a nivel global que desembocaron en este proceso a modo de historización, resultaría un proyecto demasiado ambicioso. Lo que sí queremos es contar en algunas líneas las características de subjetivación de estos nuevos trabajadores que, en palabras de los filósofos franceses Christian Laval y Pierre Dardot, adoptan el comportamiento de “empresarios de sí mismos”. Esos que respondieron afirmativamente a la ya familiar pregunta “¿Querés ser tu propio jefe?”

Si el obrero de la fábrica era el sujeto por excelencia de la sociedad industrial, el sujeto propio del neoliberalismo es el hombre competitivo, el cual se encuentra inmerso en un ámbito de competición mundial. El capitalismo en su fase neoliberal no tiene como objeto el corregir los fracasos del mercado, sino que su meta es crear situaciones de competencia para que los sujetos tengan que adaptarse indefectiblemente a ellas, proporcionando lugar a un sistema de ganadores y perdedores. En un mundo en crisis, en un sistema con pocas oportunidades de laburo digno, esa competencia se exacerba.

Los trabajadores siguen siendo individuos de trabajo, pero comprometidos plenamente a su actividad profesional con el objeto de realizarse a sí mismos. Lo que hace que los y las trabajadoras, laburen para la empresa como si lo hicieran para ellos mismos, suprimiendo esa distancia con el capital que lo emplea.

El trabajador requiere de una implicación total de sí, debiendo aplicar técnicas propias de la empresa. Resurgiendo entonces la figura de este neosujeto emprendedor como individuo que debe ser guiado, capacitado, estimulado para alcanzar sus objetivos y poder realizarse como tal.

Naturalizando el riesgo

El trabajador/a se encuentra atado a decisiones privadas y expuesta a una serie de riesgos de los cuales no puede abstraerse, porque “ser empresa de sí supone vivir enteramente en riesgo”. Debiendo demostrar ser capaz de manejarse ante él, como ser responsable que es y además estar permanentemente activo como para salir victorioso. Algo así como decir: “Si te sale mal es porque no te esforzaste lo suficiente”.

Los derechos adquiridos por los trabajadores, conquistas propias de luchas de años, se ven vulnerados por nuevas formas de empleo precarias, temporales, flexibles, que instauran un miedo social en ellos. El conjunto de trabajadores, inmersos en un espacio de competición, se someten a sí mismos a un proceso de autoexigencia y perfeccionamiento para convertirse en expertos y sus propios empleadores. La racionalidad neoliberal los empuja a formarse permanentemente para sobrevivir en la competición.

Así como los individuos tienen la libertad de elección y son conscientes plenamente de ello, también son responsables de lo que ocurre. Ya no es la figura del “jefe” la que puede motivar, imponer, exigir, sino que la fuente de eficacia se encuentra en el interior de uno mismo. Los dominios propios del individuo se transforman en recursos para su empresa que serán utilizados para incrementar su rendimiento personal.

Proactividad, liderazgo, iniciativa, trabajo en equipo, correcta dicción y otros términos  aparecen entonces como condiciones sine qua non en los requerimientos de curriculum para cualquier empleo. Mientras que las capacidades pasan a un segundo plano. Ya no basta con el conformismo, sino que se encuentra la obligación de “trascender”, de superarse a sí mismo. El éxito es el valor supremo al cual el sujeto se conduce ciegamente.

En este sentido, la racionalidad neoliberal introduce a los y trabajadoras las exigencias propias del mercado. Los efectos de una feroz competencia, sumado a la incertidumbre propia de nuestro tiempo, acarrean a los mismos a consecuencias como la desvalorización, la vergüenza y el fracaso personal. La personalidad se va erosionando y los vínculos sociales con su entorno comienzan a desestabilizarse. Se ponen en cuestionamiento lealtades, fidelidades, solidaridades, vínculos sociales.

Las obligaciones y responsabilidades de sí mismo, al no ser realizadas de manera efectiva, conducen al trabajador a subsumirse en un estado de depresión debido a que se percibe por fuera de los estereotipos de la  comunidad a la cual pertenece.

No todo está perdido

No son todas pálidas. Existen formas de cooperación entre pares, de asociativismo, de trabajo en la economía popular, que ofrecen una alternativa y ponen en cuestión los mandamientos de esta racionalidad neoliberal.

Muchas son las definiciones que han aparecido en este último tiempo, acerca de un concepto que se utiliza de manera confusa para un sector que pareciera estar ahí, caído del mercado y lejos de la dirección estatal directa: Economía Social, Economía Popular, Economía Solidaria, suelen ser términos que se utilizan indistintamente para denominar otra economía distinta a la capitalista de mercado. Una economía que reivindica el protagonismo de las personas, el anclaje de los sujetos en el territorio y el respeto a la comunidad de la que forma parte. Conformando un espacio que genera mayor participación en la toma de decisiones así como el desarrollo de los procesos de producción dentro de un marco de democracia. Elegiremos el término de Economía Social y Solidaria.

La Red Intercontinental de Promoción de la Economía Social Solidaria (RIPESS) entiende que:

“La economía social solidaria (ESS) es una alternativa al capitalismo y a sistemas económicos autoritarios controlados por el Estado. En la ESS, la gente común tiene un rol activo en determinar el curso de todas las dimensiones de la vida humana: económica, social, cultural, política y ambiental. La ESS existe en todos los sectores de la economía, producción, finanzas, distribución, intercambio, consumo y gobernanza. […] En la ESS no se trata solo de reducir la pobreza, sino también de superar las desigualdades, que abarcan todas las clases sociales” (RIPESS).

La Economía Social y Solidaria pregona la idea de que el ser humano es un sujeto social que convive con sus pares conformando una comunidad. Se opone a la figura del hombre económico egoísta, individualista que se deja impulsar por la maximización de sus ganancias. Se presenta como una alternativa a la racionalidad neoliberal que moldea a los sujetos bajo la lógica de la competencia propia de la empresa.

El sujeto social se encuentra arraigado a su tierra, a su cultura, lo cual juega un rol importante en su composición, así como el respeto hacia la Naturaleza que lo rodea.

Es el propio sujeto de la ESS quien organiza su economía a partir del entorno familiar, local, de carácter más micro que lo condiciona, sustentándose en principios de cooperación, equidad y solidaridad. Solidaridad que se estimula entre los miembros de organizaciones que practican un modelo de autogestión y solidaridad para con los demás, especialmente con aquellos sectores desfavorecidos.

Para concluir, podemos decir que probablemente sea el trabajo una de las prácticas y formas de pasatiempos más sobrevaloradas que existan hoy en día en nuestra sociedad. El trabajo se articula como el medio principal por los cuales los individuos se integran a la sociedad, al mercado, a la economía, a la política. El trabajo dignifica, levanta la estima, te hace ser alguien en la vida, son algunas de las frases que se escuchan de manera repetida de manera mecánica. ¿Cuánto hay de verdad en esto hoy por hoy?

En nuestras localidades, ancladas en el polo industrial y agrícola más grande del país, la imagen de obrero en overol monopoliza la figura del trabajador. Otras figuras como emprendedores, monotributistas, son considerados de una categoría menor e incluso menospreciados. Ni hablar del trabajo doméstico, que se encuentra invisibilizado y recibe remuneraciones feudales. Se confecciona en el imaginario popular que formar parte de las grandes empresas del Cordón Industrial asigna un status de estabilidad y progreso, difícil de alcanzar con algún otro empleo. Los y las jóvenes terminan aspirando a ello.

En tiempos de incertidumbre, de transformaciones, donde cuesta clarificar hacia dónde va al trabajo, en que podrá reconvertirse, los trabajadores se enfrentan diariamente a posibilidades, oportunidades, decisiones, a las cuales deben responder de manera estratégica. Se trata de mostrarse capaz de ser flexible, de emprender. Tal vez la pandemia aceleró (y hablo en tiempo pasado como expresión de deseo) los tiempos, las formas de trabajo y nos haya dejado algunos puntapié de que nos depara el futuro. Los dominios de los tiempos ya no son determinados por contratos salariales, sino por los proyectos a realizar. Los horarios laborales y las horas para el disfrute del ocio se bifurcan, haciendo que los trabajadores se entreguen por completo a su propia empresa. Una luz prendida en la madrugada indica que ahí hay alguien queriendo ser su propio jefe.

Publicación anterior

Gestión industrial en el cordón cultural

Siguiente publicación

Que el Trabajo dignifique, un anhelo latinoamericano

Related Posts
Leer más

¿Qué gusto tiene la paz?

Este 7 de agosto, Gustavo Petro y Francia Márquez asumen como Presidente y Vicepresidenta de la República de Colombia. Un país que, paradójica y simultáneamente, se caracteriza por la alegría de su gente y por el derramamiento permanente de sangre, a raíz de un conflicto fratricida que tiene más de cinco décadas de antigüedad. Una oportunidad histórica se abre a partir de la llegada al poder de una alianza que remarca que los problemas sociales se resuelven con la política y no con las balas.
Leer más

Segunda parada: La juventud dice

En esta serie sobre Capitán Bermúdez nos propusimos escuchar las voces de los y las jóvenes de la ciudad. Un recorrido por las ideas de los 5tos años de las escuelas secundarias bermudences.
Leer más

Reflexiones a propósito del día de la Lealtad

Llegó un nuevo 17 de octubre. Día en el que los y las peronistas nos fundimos en un abrazo con nuestros compañeros, en quienes vemos los mismos objetivos, anhelos, proyectos y también hoy, en medio de la incertidumbre por lo que pasará en las próximas elecciones, una certeza que los demás no siempre tienen: la de sabernos juntos y juntas, pase lo que pase.
Leer más

Juventud, divinos votantes

Nuestra democracia, con sus virtudes y falencias a mejorar cumple 40 años ininterrumpidos este 2023. El debate fundamentado…