Primer parada: el origen

En la nota que nos convoca, buscaremos describir un poco los orígenes de una de las ciudades más importantes del Cordón Industrial del sur santafesino que goza un poco más de cincuenta años de vida. Contar brevemente su coronación como ciudad, quién fuera el capitán Justo Bermúdez y echar luz sobre las confusiones de la posta que atravesaría San Martin horas previas al Combate de San Lorenzo.

Hace tiempo que vengo con ganas de indagar y escribir algunas líneas sobre los orígenes de nuestra ciudad. Probablemente si repasamos introspectivamente nuestros saberes sean pocos los datos locales que se nos vengan a la mente, fundamentalmente provenientes de los relatos orales que las familias transmiten entre generaciones. Me animo a decir que incluso sepamos más de la historia de la Confederación Argentina, de la época colonial del Virreinato o de las dos fundaciones de la Ciudad de Buenos Aires. Pregunto y me vuelvo a preguntar: ¿Qué sabemos de la historia de Capitán Bermúdez?

Como primer acercamiento, en la biblioteca de Estación Cultural Posta Atahualpa situada en Presidente Perón 16, encontramos el libro de 1971, “Capitán Bermúdez. Reseña histórica de un pueblo que se transformó en ciudad” de Plácido Grela*, tucumano radicado en Rosario, reconocido escritor que ejerció el periodismo en La Tribuna y La Capital.

En el libro escrito tras el encargo del gobierno municipal encabezado por Roberto Ferrari con motivo de la declaratoria de ciudad; encontramos que desde su origen, la ciudad posee una vocación de progreso, de porvenir, de “espíritu patriótico” que sirve a los intereses de la Provincia y de la Nación. Sin embargo, existe una expresión que se reitera en sucesivas ocasiones, y llena de sentido el argumento de la narración: la noción de pujanza.

Una definición básica de pujanza, concibe a algo “que se desarrolla con mucha fuerza y cada vez tiene más importancia”. Se pueden divisar entonces, esos aires de impulso constante que están imbricados desde los comienzos de la localidad, y que todavía hoy recorren nuestras calles. Mucho más que un recurso literario: es una forma de describir la identidad que caracterizó a la ciudad desde sus orígenes.

Dice también Plácido Grela que “podemos afirmar, que en Capitán Bermúdez no hay factores visibles que traben su desarrollo. Todo allí se conjuga de una sola manera: apoyar las iniciativas progresistas sin tener en cuenta las diferencias de cualquier índole.”

Los paraísos

Las tierras en las cuales hoy se emplaza la ciudad de Capitán Bermúdez se encontraban en principio habitadas por pueblos originarios Chanas, Timbúes, Carcaráes, entre otros. A finales de siglo XVII, estas tierras son adquiridas bajo merced real por el maestro de campo Antonio de Vera Mujica, quien instauraría la Estancia de la bajada de los Espinillos. 

Años posteriores, el lugar recibió el nombre de “Los Paraísos” por la gran cantidad de árboles de este tipo que abundaba por la zona. Basta con recorrer la ciudad para ver cuántos de estos siguen en pie todavía. En estas tierras, predominaba la vegetación y se percibían focos de animales vacunos que pastaban. Mayormente se concentraban en pocas manos privadas, entre ellos, Juan Martín Ortiz, mayor propietario de tierras, quien en el año 1886 fundaría el pueblo. 

Juan Ortiz, fundador del pueblo

Allí y en el marco de la ola de inmigrantes que recibió el país en los primeros años del siglo XX, el nuevo pueblo no se iba a quedar atrás y comenzó a albergar extranjeros, principalmente de España e Italia, que venían a “aportar el esfuerzo de construir la Republica”. Otra vez la noción de pujanza se hace notar en el libro.

En 1909, Los Paraísos pasa a llamarse “Juan Ortiz” por la importante donación de tierras que este mismo realiza para la construcción del Ferrocarril, hoy General Belgrano. Esto representa un hecho clave que estimula a pasos agigantados el progreso de la zona. Con el movimiento que genera el transporte de cargas, empiezan a confeccionarse los primeros almacenes de ramos generales que dinamizaban la economía regional porque, como sostiene Grela, “el ferrocarril es progreso, es civilización”.

Para 1886, la población local rondaba en unos 500 a 600 habitantes, mayormente italianos, que llegaban al país y adquirían tierras a precios irrisorios. Interesante pensar, plasmando un paralelismo con ese ayer, las dificultades del acceso a la tierra hoy en día y la consiguiente deficiencia habitacional de los ciudadanos de a pie en la localidad. Los tiempos cambian.

El día 26 de Mayo de 1928, Juan Ortiz adquiría el rango de Comuna, al superar los mil habitantes. Esto le brindaba autonomía política y administrativa para la realización de trámites necesarios. Aparece la figura de Ángel Gervaso Marino, quien fuera presidente comunal encargado de dinamizar al pueblo a partir de la construcción del edificio municipal, el correo, el cementerio y la habilitación del matadero. Quedará plasmado su nombre, en la arteria que comunica hoy en día la ciudad con la autopista Brigadier Estanislao López Rosario- Santa Fe.

Una ciudad que nace

En 1950, dentro del marco del Centenario del fallecimiento del General José de San Martín, algunas localidades de la región cambian su nombre. Juan Ortiz, pasa así a llamarse Capitán Bermúdez en honor al segundo jefe del regimiento de Granaderos a Caballo que luchó en el Combate de San Lorenzo, un militar de nacionalidad uruguaya.

A fines del año 1970, el gobierno de la provincia de Santa Fe sanciona la ley N°6649 que le otorga al entonces pueblo, el título de ciudad: “Declárase ciudad a la localidad de Capitán Bermúdez, departamento San Lorenzo, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 106 de la Constitución provincial y el artículo 1° de la Ley Orgánica de Municipalidades N°2756”.

Queda entonces marcada en la línea histórica de nuestra ciudad la fecha del 13 de marzo de 1971, el día que se le confiere el título a Capitán Bermúdez. Roberto Ferrari ocupará por primera vez el cargo de intendente municipal. El reconocimiento aparece luego del esfuerzo de varias generaciones, de trabajadores, de pequeños y medianos comerciantes que aportaron su grano de arena al desarrollo local. Como sostendría Grela, “en Capitán Bermúdez se trabaja con visión de futuro, tanto en el campo social como en el económico, en el tecnológico y en el de la ciencia, pues son factores concurrentes que viven en las entrañas de la nueva ciudad”.

Una vez más, la idea de pujanza sobrevuela los ideales de la naciente localidad que fusiona los esfuerzos mancomunados de cada uno de sus habitantes como de instituciones sociales, culturales, educativas, sindicales y cooperativas.

¿Y la posta cuál es?

Dentro de los espacios comunes que nos identifican con la ciudad ubicamos indudablemente, junto a la Estación de trenes, a la “posta”. Parador característico de la época de independencia por donde atravesó nada más ni nada menos que el libertador José de San Martín. Múltiples son los relatos y las versiones que delimitan su ubicación, situación que parece haber sido saldada hace pocos años atrás.

Las postas presentaban características muy similares entre sí, se trataban de ranchos tipo quincho con techos de paja  y pisos de barro, de confort limitado para pasar cortas estadías. Éstas, eran cuidadas por un “maestro de posta” que vivía allí, donde tenían destinado un lugar para el descanso de los pasajeros, potreros para los caballos y otro sector para la cría de animales. La de nuestra localidad recibió el nombre de “Posta del Espinillo” y representaba un paraje obligado de aquellos viajeros que recorrían la zona en busca de aventuras y negocios.

Muchas son las especulaciones sobre cuál fuera la ubicación exacta de la posta, lo que se convirtió en el eje de diferentes discusiones y confusiones entre los propios vecinos. Finalmente en el año 2013, con la colaboración del agrimensor e historiador Juan Manuel Castagnino, se determinó que la ubicación de la “Posta del Espinillo” se localizaba en el epicentro de la Plaza “Antártida Argentina” del barrio Copello de la ciudad. Territorio donde se alzó un monolito en conmemoración.

Fue lugar entonces, de la última parada del General San Martín antes de partir hacia el histórico combate de San Lorenzo el 3 de febrero de 1813, y también donde el mismísimo libertador se encontrara con el viajero inglés, dependiente de la Corona  británica, Jhon Parish Robertson, quien retractara en el libro “Cartas del Paraguay” (1834) sus crónicas de lo acontecido en la batalla. 

La confusión parte de un error de interpretación en el mencionado libro, con la “Posta de San Lorenzo” construida en 1798 y perteneciente a don Fermín Rodríguez, que se hallaba situada al norte del Convento, versión que fuera posteriormente refutada por documentos oficiales y cartografía de la época. Por otro lado, un nuevo capítulo se agrega a la confusión con la posta construida por Vicente Silva en el año 1862 a la vera de la hoy ruta 11, en la esquina de Celedonio Escalada y Entre Ríos, que finalmente sería demolida en 1989. 

En fin, más allá de la ubicación real de la posta, lo cual es de suma importancia histórica, el acontecimiento del pasaje de San Martín, horas previas al combate que marcó la región, enaltece a la localidad y dota de valor histórico. La noción de pujanza se percibe hasta nuestros días, no solo por el impulso de comerciantes y distintas industrias que motorizan la economía de la ciudad, sino también por sus ciudadanos que la caminan. Plácido Grela ya lo divisaba cincuenta años atrás y no se equivocaba.

Pujanza acompañada por el valor de mirar hacia adelante, característica del Capitán Justo Bermúdez, quien no vacilaría un instante en ponerse al frente del Combate arriesgando su propia vida. Conocer nuestra propia historia nos enseña saber de dónde venimos, pero además nos motiva a mirar hacia la ciudad que soñamos ser.

*

Plácido Grela (1917-1993) Nacido en Tucumán. Poeta, periodista, escritor e historiador. Entre sus obras se encuentran historias de pueblos y ciudades santafesinas como Alcorta, Maciel, Chabás, Fray Luis Beltrán, Bigand, Funes, Puerto San Martín, Ricardone, Granadero Baigorria, Capitán Bermúdez y Chovet. Y las biografías de Pablo Ricchieri, el capitán Justo Bermúdez y el granadero Juan Bautista Baigorria. Siendo “El Grito de Alcorta” (1958), su libro más conocido donde relata el levantamiento rural de 1912. Falleció a sus 76 años, el 18 de agosto de 1993.

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