La aventura de trabajar en nuestro tiempo

Una reflexión en torno al trabajo que nos toca en la época en la que vivimos.

Un nuevo primero de mayo llegó y los portales digitales se inundan de notas sobre el trabajo. Historias de por qué se conmemora, si es un día para celebrar o para reflexionar, a qué podemos llamar trabajo y a qué no, cuál es el precio de la porción de locro y recetas de empanadas.

Durante esta ocasión, nos seducía la idea de reflexionar sobre algunas de las características que asume el trabajo en nuestro tiempo para pensar que trabajar no es sólo ser un empleado de fábrica del cordón ni de una cerealera del segundo polo agroexportador más grande del mundo. Sino que hay otras variantes que forman parte del ser trabajador.

Para ello, vamos a comentar brevemente el concepto de modernidad líquida de Bauman y ver cómo se inmiscuye sus postulados en la racionalidad de los trabajadores, que una vez más celebran hoy su día. El concepto de aventura se define como suceso que entraña algún riesgo, pero que es emocionante a su vez.

Todo lo sólido se desvanece en el aire

La célebre frase del “Manifiesto Comunista” de Marx y Engels ilustra estas transformaciones, donde los autores se frenan a analizar el ascenso de la burguesía que daba inicio a una etapa dinámica del capitalismo marcada por la incertidumbre y  agitación permanente. De alguna manera, se comienza a percibir lo que hoy vivimos.

Es interesante lo que plantea un siglo más tarde Zygmund Bauman, sociólogo polaco, quien avizora esta nueva etapa de la modernidad: la modernidad líquida. La metáfora de lo líquido hace referencia a su característica de que no conserva fácilmente su forma, sino que fluye, se filtra, se derrama. Los líquidos no se fijan al espacio ni se atan al tiempo. Esto aparece como contraposición de una modernidad sólida, en donde la vida parecía más estable y el futuro previsible. Los sólidos conservan sus formas y persisten en el tiempo, los líquidos en cambio, fluyen.

El poder adquiere incluso una velocidad que se reduce a la instantaneidad y territorialmente se ostenta escurridizo, con la capacidad de evitar cualquier tipo de confinamiento. Para que el poder hoy fluya debe estar libre de trabas, controles, escollos que lo obstaculizan, porque “hoy, lo que da ganancias es la desenfrenada velocidad de circulación, reciclado, envejecimiento, descarte y reemplazo- no la durabilidad ni la duradera confiabilidad del producto-.”

El trabajo no se encuentra exento a estas transformaciones y queda sujeto a la volatilidad e incertidumbre que caracteriza nuestro tiempo. Los ciclos parecen ser cada vez más cortos y debemos adaptarnos a los cambios de manera vertiginosa. Especialistas sostienen que un trabajador llega a cambiar de empleo unas 11 veces a lo largo de su vida, sí 11 empleos diferentes.

Surfear la incertidumbre

Más de una vez, en conversaciones con amigos, surge el tema del trabajo como eje articulador de la discusión. Luego de intercambiar opiniones, ideas y alguna que otra frase hecha que repite nuestro inconsciente, concordamos en algo: el trabajo ya no es el que tenían nuestros padres, madres o abuelos. Y con esto, no sólo asumimos que las condiciones laborales han cambiado, que  los oficios ya no son los mismos, de hecho muchos han desaparecido, sino que hoy uno no toma la responsabilidad de un trabajo para durar toda la vida. Paralelamente como sucede con el matrimonio, el “hasta que la muerte nos separe” en un empleo forma parte casi de una rareza.

En la actualidad que transitamos las cosas han cambiado y las expectativas suelen  manejarse a corto plazo. Las sucesivas crisis han permeado sobre la mentalidad de los trabajadores. Tal vez, el capital haya mutado hacia un barajar y dar de nuevo constante.

Pero lo que sí estamos en condiciones de afirmar, es que la vida laboral se encuentra regida por la incertidumbre. Y vale aclarar que es una problemática global no sólo de nuestros lares. La flexibilidad de los contratos hace que cada vez sean menores los plazos o el momento de la renovación se asemeje a rendir un examen. La liquidez de la que nos habla Bauman, se nos presenta como flexibilidad laboral donde ya no hay horarios fijos ni una relación de exclusividad entre el trabajador y su empleador.

El trabajo ya no puede ser la garantía de un proyecto de vida ni tampoco ser pensado como eje articulador de la sociedad. Se trata entonces de trabajar para satisfacer objetivos simples en el día a día. Aunque también hemos sostenido que probablemente sea el trabajo una de las prácticas y formas de pasatiempos más sobrevaloradas que existan actualmente en nuestra sociedad.

El trabajador de aquella sociedad de masas estaba casi seguro que el transcurso de su vida laboral iba a permanecer adentro de la fábrica. Las reglas de juego parecían claras, y tenía allanado el camino hacia su jubilación y disfrute de sus nietos. La volatilidad de nuestro tiempo, provoca que ya los compromisos no sean estables, debido a que el capital viaja a través de fibra óptica. Ya no requiere de toda una serie de maquinarias pesadas que le agregaban valor a la producción.

En estas condiciones, es fundamental aprender a gestionar la incertidumbre y el compromiso, ser capaces de adaptarse a las realidades laborales propias de cada empleo y por supuesto, aportar valor. Ya hemos hablado en otra ocasión de las consecuencias de ser tu propio jefe.

Aprendemos ser felices así

Lo que Bauman nos ilustra como transformación en la modernidad es el cambio de papel que desempeña el trabajo tanto a nivel individual como social. La sociedad que en la fase sólida se impulsaba por una “ética del trabajo”, ahora en la fase líquida se mueve por la “estética del consumo”. Ya no es importante el trabajo en sí, sino la capacidad de consumir. La vida social gira en torno al consumo.

Antes, se consideraba al  trabajo como una actividad colectiva que permitía pensar en un nosotros como productores, en donde el esfuerzo de todos beneficiaba al conjunto. En la actualidad, se sufren las consecuencias de un proceso de individualización, el trabajo es un acto puramente individual, se beneficia quien lo hace. Hay un goce de la libertad, pero a cambio de la pérdida de seguridad.

Lo que observó Bauman en su “Modernidad Líquida” en el año 2000, es lo que hoy estamos atravesando en carne y hueso, de allí que lo rescatemos en esta nota. La pandemia aceleró los tiempos, llevó el trabajo a la casa, flexibilizó los horarios y proporcionó algunas reformas que si bien facilitaron la adaptación de los tiempos al trabajador, la barrera entre el horario laboral y el de ocio se difuminó.

Sin embargo, seguimos pensando que existe otra opción superadora. Apostamos por formas de cooperación entre pares, de asociativismo, de trabajo en la economía popular que ofrecen una alternativa sustentable. Emprendimientos que la luchan en la vida cotidiana.

Pregonamos por el trabajo de la economía popular entre compañeros que asignan una luz de certidumbre a un futuro poco claro. El trabajo cooperativo como alternativa válida ante la exclusión del mercado. Los resultados están a la vista.

Recalcamos que el primero de Mayo es un día de celebración, no todas son pálidas.

Por esto, no importa si trabajas en una empresa modelo, si sos tu propio jefe, creador de contenidos o un freelancer, este primero de mayo te deseamos ¡Feliz día del trabajador y trabajadora!

Publicación anterior

Un espacio de baile, actuación y sueños: llegó El Foro.

Siguiente publicación

Soberanía cultural: balance para saber dónde estamos parados

Related Posts
Leer más

¿Cuál es la Posta entonces?

Nos propusimos pensar la ciudad de Capitán Bermúdez. Desde sus orígenes como localidad pujante del cordón industrial hasta hoy. ¿Qué postas nos contaron sobre la ciudad? ¿Cuáles tomamos y cuáles queremos contar? Te invitamos a ser parte de esta serie que dialoga con nuestra identidad.
Leer más

¿Qué gusto tiene la paz?

Este 7 de agosto, Gustavo Petro y Francia Márquez asumen como Presidente y Vicepresidenta de la República de Colombia. Un país que, paradójica y simultáneamente, se caracteriza por la alegría de su gente y por el derramamiento permanente de sangre, a raíz de un conflicto fratricida que tiene más de cinco décadas de antigüedad. Una oportunidad histórica se abre a partir de la llegada al poder de una alianza que remarca que los problemas sociales se resuelven con la política y no con las balas.
Leer más

Reflexiones a propósito del día de la Lealtad

Llegó un nuevo 17 de octubre. Día en el que los y las peronistas nos fundimos en un abrazo con nuestros compañeros, en quienes vemos los mismos objetivos, anhelos, proyectos y también hoy, en medio de la incertidumbre por lo que pasará en las próximas elecciones, una certeza que los demás no siempre tienen: la de sabernos juntos y juntas, pase lo que pase.
Leer más

Techo

A nivel nacional, hacia junio del 2022 se registraron 5.687 barrios populares en todo el territorio. Mas de 5 millones de personas que viven en ellos. Si estarían todos juntos, harían la ciudad más grande del país. Santa Fe tiene un total de 408, ocupando el segundo puesto detrás de Buenos Aires. En Capitán Bermúdez hay cinco.